domingo, 22 de diciembre de 2013

FOTOS DEL RASTRILLO

El domingo día 15 hicimos un RASTRILLO  SOLIDARIO en la Academia de Bailes de Salón "JOSÉ IGNACIO"
Gracias, gracias y gracias. José Ignacio eres un sol.
http://www.bailedesalonjoseignacio.com

Nos pusimos en marcha unos cuantos sansaneros y trabajamos duro, pero mereció la pena. ¡Enhorabuena chic@s! lo hicisteis muy bien y vendimos bastantes cosas a muy buen precio.
Organizando el montaje muy tempranito




Muchísimas cosas buenas, bonitas y baratas





















FOTOS DEL MUSICAL "LA PAZ" de Aristófanes

El día 13 de diciembre en el IES Beatriz Galindo tuvo lugar con gran éxito la representación del
 Musical "La Paz" de Aristófanes.
Versión de Hitos Hurtado. Música y letra de Gonzalo García Santos.
CB Teatro. Alumnos del IES Carlos Bousoño de Majadahonda.

Agradecemos  de nuevo la colaboración del IES Beatriz Galindo y especialmente a su director, Carlos Romero Aires, que siempre se solidariza con la Asociación Escuela Sansana.
Desde aquí también queremos dar las gracias a Hitos Hurtado y a los alumnos del IES Carlos Bousoño de Majadahonda por su magnífica actuación y, aprovechamos la ocasión para darles nuestra más sincera ENHORABUENA.


¡¡¡¡¡¡¡¡¡BRAVO!!!!!!!








¡¡¡¡¡¡¡¡¡BRAVO!!!!!!!


¡¡¡¡¡¡¡¡¡BRAVÍSIMO!!!!!!!

¡¡¡¡¡¡¡¡¡BRAVO!!!!!!!






¡¡¡¡¡¡BRAVO!!!!!!!!   ¡¡¡¡¡¡¡¡¡BRAVO!!!!!!!


















No faltó la tienda de artesanía africana





sábado, 14 de diciembre de 2013

ALBUDI DIKRO. Un burkinabé nos cuenta



IMPRESIONES DE UN BUKINABÉ SOBRE SU TIERRA
Albudi Dikro

Sansana es un pequeño pueblo de la etnia lobi lleno de cultura, tradición y misterio. Los lobi tienen un pasado guerrero, la mayoría de ellos son animistas; una piedra, el tronco de un árbol con forma humana, un montón de tierra y las cosas más extrañas son fetiches que les ayudan a comunicase con su dios. Viven en pequeñas tribus, los hombres son buenos cazadores y artesanos y trabajan en el campo. Las mujeres se dedican a cuidar de su marido y de sus hijos, andan de un pueblo a otro cargando sobre la cabeza el agua que han sacado de un pozo más o menos lejano, o cereales a la búsqueda de un molino para transformar sus granos de maíz o trigo en harina. Luego vuelven a casa, hacen la comida a sus hijos, llevan la comida a su marido y ambos terminan el día trabajando en el campo. Pero a la mujer le queda todavía mucho trabajo: cargar kilos de leña, troncos de árboles secos o cualquier madera que usarán para preparar la cena y calentar la casa en invierno. Las niñas ayudan a su madre a realizar trabajos domésticos y cuidan de sus hermanos pequeños, por lo que tienen menos posibilidades de ir al colegio. Las pocas que lo consiguen no suelen seguir después de los 16 o 17 años.
En estas edades, muchas de las chicas son víctimas de matrimonios forzados entre una tribu y otra, o los padres las ofrecen a algún amigo suyo como su  segunda mujer o como la mujer de uno de sus hijos. Tienen que soportar a su marido y a las demás esposas y viven en un clima difícil y a veces violento. Las viudas tienen que casarse con un hermano del marido para poder quedarse con sus hijos porque si no, tienen que dejarlos con la familia del marido.
Algunas se escapan a las grandes ciudades a la búsqueda de su sueño, que es encontrar una buena familia que las adopten como criadas internas. A algunas, sus padres las mandan a vivir a la ciudad con la familia de algún conocido o familiar del pueblo o con alguien que no conocen. Muchas de estas chicas realizan trabajos domésticos muy duros todos los días del año, incluyendo sábados y domingos. Sufren también abusos sexuales por parte de los hombres de estas mismas familias sin que su mujer lo sepa y luego las amenazan y les hacen guardar silencio si quieren seguir viviendo en la casa. Cuando se quedan embarazadas, el hombre lo niega todo y las echa de casa. La chica se encuentra en la calle con un bebé sin padre ni dónde vivir porque el hombre jamás reconoce su acto criminal. Lo último que harían estas chicas sería volver con su familia del pueblo porque no se atreven a contar lo que les ha pasado, muchas terminan en la prostitución para poder sobrevivir con su bebé.
La educación de los chicos depende mucho de su lugar de nacimiento, en la ciudad tienen más posibilidades de estudiar que en el pueblo y más si la familia es católica que si es musulmana porque en ese caso, lo más frecuente es que acudan a una escuela coránica donde solo aprenden el Corán. Algunos llegan a terminar sus estudios y trabajan como funcionarios en la ciudad y otros los tienen que abandonar porque su familia no puede pagárselos, o no hay quien les ayude y se buscan la vida trabajando con sus padres en el campo o en sus negocios. Otros van a trabajar a las minas de oro o a las ciudades de Burkina o a otros países lejos de su familia.

Muchos niños tienen que dejar sus estudios porque no pueden pagarlos, el 80% de la población de Burkina Faso son analfabetos. Algunos, cuando son un poco mayores, se van a los campamentos de los buscadores de oro en muy malas condiciones, trabajando todo el día y casi sin cobrar, arriesgando su vida dentro de la mina y, solos, sin familia, sufren todo tipo de abusos.
 Los niños y los jóvenes son muy aptos por su pequeño tamaño para entrar en la mina. Cuando se llega a las rocas con trazas de oro, se ponen explosivos para romperlas y a veces se producen derrumbamientos, se ciega la entrada y quedan personas dentro. Antes de poner los explosivos, se excavan galerías para protegerse, el chico tiene un teléfono móvil para avisar de dónde está para que lo saquen o para despedirse de sus familiares.  Las chicas se dejan convencer por jóvenes que las animan a huir del pueblo y se instalan en los sitios de oro y vuelven embarazadas, el padre las recibe enfadado y son maltratadas en la familia o expulsadas de ella.
Yo soy de una etnia que se llama peul y se dedica a la ganadería. Los peul saben mucho sobre los animales domésticos y en especial de las vacas.  Viven en los pueblos, pero no con la gente porque tienen problemas cuando sus animales se comen los cultivos de los campesinos. En la época seca se desplazan a otros sitios con más alimento para el ganado. Los hijos de los peul son ganaderos y las hijas venden leche, los peul suelen casarse entre ellos, los matrimonios se pactan cuando nacen los niños.
Yo nací en Bobo y fui a vivir a los 6 años a un pueblo de la frontera con Ghana, cerca de Gaoua.  Mi padre me mandó a una escuela coránica, pero a mí no me gustaba y me iba con mis amigos. Me buscaba la vida ayudando a los agricultores, cuidando el ganado o llevando mercancías de un lado al otro de la frontera y, aunque no pude estudiar, aprendí mucho sobre la vida del pueblo.   Pasaba los días jugando al fútbol, bañándome en el río, cazando pájaros y jugando con todo lo que encontraba.
Una o dos veces al año iba al pueblo de mi madre con los peul y ahí aprendí mucho de sus costumbres y cómo tratar a los animales.
A los 16 años volví a Bobo a vivir con mi hermano mayor y su familia y empecé a ir al colegio. También trabajaba en un taller de soldadura y mecánica para aprender, sin cobrar. Y con estos trabajos iba saliendo adelante hasta que tomé contacto con una Asociación burkinabé que construía escuelas y colaboraba con una ONG española.
Mi experiencia con la cooperación es positiva. Los cooperantes con los que he trabajado se dedicaban a sensibilizar a las personas para protegerse del paludismo, a evitar enfermedades sexuales y a que las jóvenes no tuvieran hijos no deseados y a purificar el agua. Eran buenas personas que aprendían a vivir con la gente del país.
Pero había otros cooperantes que no se mezclaban con los burkinabé, iban de un lado a otro con sus buenos coches y vivían todo el tiempo como occidentales, no sabían de cooperación y parecía que estaban de vacaciones.   A veces, cooperantes y turistas abusaban de su poder económico para relacionarse sexualmente con mujeres y hombres.
Lo que más me gusta de mi país es la solidaridad que hay entre la gente, la familia y los vecinos del barrio. Cuando necesitas comer puedes ir a la casa de cualquier amigo, o intercambiar la comida o lo que necesites. Nunca te sientes solo, siempre estás entre la gente. Los hijos cuidan de los padres y los abuelos, les dan parte de su dinero, y las hijas ayudan en la casa.

En los nacimientos y en las bodas acuden infinidad de amigos y vecinos, todo el mundo se presenta allí aunque no conozca a los novios o a la familia del bebé. Los padres del niño o los novios pagan la comida y la bebida.   El círculo más próximo aporta ropa, jabón, dinero y otros regalos.
Unos personajes imprescindibles en las fiestas son los griot, que son músicos y cantantes que contratan los novios para animar la fiesta, en sus canciones hablan bien de los novios y de los invitados y de sus familias para que les den dinero.
Lo que no me gusta de mi país es la falta de futuro de los jóvenes para formarse o encontrar un empleo y tener que trabajar en lo que les salga, sin contrato y explotados por sus jefes.
Tampoco me gusta la corrupción de los funcionarios, ni la falta de centros de salud, que además muchas personas no pueden pagar. La gente acude a la medicina tradicional que da buenos resultados para tratar la malaria, a mí me fue muy bien hace tres años cuando caí enfermo, y también para colocar los huesos rotos.
Y hay un problema muy grave de deforestación, se cortan árboles para tener leña para cocinar y hay cazadores que queman arbustos y árboles para despejar el terreno y poder cazar mejor. Todo esto hace avanzar la desertización y así el agua escasea cada vez más.

A pesar de todos los problemas, en mi país la gente es alegre, recibe muy bien a los que vienen de fuera, los saludan aunque no los conozcan, luchan por la vida, viven al día y saben ser felices con lo poco que tienen y, a diferencia de otros países vecinos, conviven en paz todas la etnias y todas las religiones.
Y estas son algunas de mis impresiones de una tierra que amo por encima de todas las cosas.