La noticia de su desaparición supuso para
todos las que la conocíamos una tremenda conmoción, parecía que Sara no podía
morirse nunca, que ese caudal de vida, esa energía desbordante,
ese torrente de actividad y entusiasmo no cesaría jamás.
La comunicación de su fallecimiento provocó
una avalancha de muestras de condolencia que inundó el correo de la asociación
y nuestros correos personales, más de 400 mensajes de personas consternadas que
necesitaban expresar su dolor y compartirlo con nosotros.
Era tal la presencia de Sara en nuestra
asociación, que al principio pensábamos que ésta no sobreviviría a su ausencia
y, aunque es verdad que nos sentimos huérfanos, que el vacío que nos ha dejado
está con nosotros todo el tiempo, hemos continuado nuestra empresa con toda
nuestra ilusión porque queremos continuar su obra, tan necesaria en ese
desdichado país que es Burkina Faso, y para que Sara siga viviendo en cada uno
de nuestros nuevos proyectos.
Desde el momento en la que la conocí, en 1996,
recién llegado al instituto, quedé fascinado por esta extraordinaria mujer que
te inyectaba vida, que te elevaba el ánimo, que enseguida te hacía partícipe de
sus trabajos educativos y de su vida personal y que te arrastraba a cines,
teatros, conciertos, excursiones, viajes.
De uno de ellos, por Mali y Burkina Faso, partió la idea de la Asociación. A la vuelta a Madrid, llenos de imágenes hermosas y tristes a la vez, con la audacia que da la inconsciencia de las dificultades, nos lanzamos a construir una escuela en uno de los pueblos que visitamos al final del viaje. La fiesta de cumpleaños que celebró Sara, en la que pidió que los regalos fueran donativos para la Asociación, marcó el arranque de nuestro trabajo en Burkina.
El resto ya lo sabéis: 9 escuelas, 36
aulas y más de 2.000 alumnos escolarizados, más los que han pasado y pasarán
por las aulas. Y también una jabonería para mujeres, letrinas, pozos, cocinas,
casas de profesores, huertos…
Sara fue el alma y el motor de la Asociación, que le debe el impulso que la puso en marcha y con la que durante todo el tiempo se comprometió sin reservas y puso su amplia red de amistades a colaborar, contagiándoles el entusiasmo que irradiaba y enrolándolos como socios o amigos de la asociación.
La dimensión de la labor que hacía Sara la hemos
conocido después. Excedía con mucho su cargo de secretaria. Era tal su
extraordinaria capacidad de trabajo que lo que hacía ella sola lo hemos tenido
que repartir entre tres personas.
La actividad
llevada a cabo por Sara en la asociación ha sido impresionante. Sobre todo en
los primeros tiempos, lo ha hecho todo ella: ha buscado intérpretes, músicos,
actores, cantantes, pintores, muchos de ellos de su inmensa colección de amigos,
ha organizado las actividades y ha hecho las fotos, ha organizado excursiones,
ha llevado y traído la artesanía africana de África a España y a los locales
donde se hacían las actividades y ha sido la que más lotería vendía,
comprometiendo a su familia y a todas las personas que la rodeaban.
Ella tuvo la idea de realizar el primer
rastrillo, allá por el año 2012, quizá inspirada por su afición desmedida a
comprar en cualquier mercadillo, en los que ejercía como nadie el arte del
regateo, para luego inundar de toda clase de regalos a su familia y a sus
amigos.
Ha participado en todos los rastrillos
subiendo y bajando todo tipo de cachivaches del piso al coche, del coche al
trastero, del trastero al local y viceversa, repartiendo publicidad, metiéndose
en bares, iglesias, tiendas, parques, colegios…, marcándonos el camino a los
que, menos decididos, la seguíamos y comprobábamos la simpatía con la que la
gente recibía su mensaje.
Ha viajado a Burkina Faso, acompañada de Georges, supervisando los proyectos y resolviendo problemas. En uno de estos viajes visitó la escuela primaria de Holly y quedó tan impresionada por el gran número de alumnos que abarrotaban las aulas que puso todo su empeño en resolver esa situación.
Cuando terminamos los proyectos que teníamos en marcha,
iniciamos la construcción de una nueva escuela en Holly junto a la anterior. No
le dio tiempo a verla terminada y la junta directiva decidió ponerle su nombre,
como figura en los edificios de la escuela.
Prueba de la energía y la determinación de
Sara en todos sus proyectos personales y colectivos y, cabe decir, en todos los
momentos de su vida, son las palabras del director de la escuela secundaria de
Holly, Douane Adama, en una de las visitas de Sara a Burkina. Dice así:
Guardo de ella el recuerdo de una dama de
hierro. Era una luchadora, llena de energía y vida a pesar de su avanzada edad.
En la visita al lugar donde se iban a
construir los edificios de la escuela, pude darme cuenta de la resistencia de
la dama. Caminaba al ritmo de una atleta mientras se abría camino fácilmente a
través de la vegetación bajo un sol abrasador. Y mantuvo el mismo ritmo para
recorrer el perímetro de este sitio de unas diez hectáreas
Sara estuvo trabajando por la asociación hasta
los últimos días de su vida. En febrero de 2020, Pedro, nuestro tesorero, y yo
fuimos a su casa para que nos explicara cómo se pasaban los donativos a
Hacienda. Nos regañó varias veces, prueba de que conservaba todo su vigor, y no
nos dejó pasar ni uno solo de los certificados, los pasó todos ella.
A finales de febrero, fui a verla al hospital
en el que estaba junto a su hija Lucía, y ahí estuvimos resolviendo detalles de
la última asamblea en la que dejaría su cargo de secretaria mostrando hasta el
último momento su carácter directo y resolutivo.
Es difícil distinguir entre la relación
personal y profesional que he mantenido con Sara, porque estaban fundidas, y
esta buena relación personal, no exenta de discusiones, ha servido para llegar
a acuerdos y superar las muchas dificultades que hemos tenido que afrontar en
este proyecto. Tengo a Sara muy presente: todavía sigo pensando
inconscientemente en llamarla para pedirle su opinión sobre algunas decisiones
o para comentar algún incidente, aunque la conozco tanto, que estoy seguro de
saber lo que me diría.
Hemos hablado y discutido durante horas, hemos
trabajado con una ilusión para mí y, creo que para ella también, desconocida y
muy estimulante, hemos vivido la emoción y el vértigo de iniciar una
experiencia incierta en un país complicado, sin apenas dinero y sin saber una
palabra de cooperación, equivocándonos una y otra vez y siempre saliendo
adelante con más ganas de continuar.
Sara era una persona esencialmente sociable,
que disfrutaba reuniendo y poniendo en contacto a todos sus amigos, que éramos
prácticamente todos los que conocíamos y quedábamos rápidamente seducidos por
su extraordinaria personalidad. Ha vivido intensamente, ha devorado la vida con
avidez. Amante decidida de la acción, disfrutaba haciendo cualquier cosa y,
siempre que podía, varias cosas a la vez. Muchos de nosotros necesitaríamos el
doble de años para vivir lo que ha vivido Sara.
Amante de la tecnología, su cocina era un gran
laboratorio en la que no faltaba un artefacto de los que enseguida te explicaba
sus ventajas: cafeteras, microondas, tostadora, hervidor, thermomix, con un
enchufe cada medio metro y que manejaba con rara habilidad.
Ha hecho las mejores fotos, se ha metido entre
los ancianos de Yemen, en las casas de los africanos, en una boda musulmana, en
la cueva del fetichero, en el altar prohibido de los ancestros. Primero
disparaba la foto y después preguntaba si se podía hacer.
Extrovertida, divertida, capaz de reírse de sí
misma. Con la misma sonrisa de satisfacción se sentía estupenda vistiendo un
día el traje más elegante y al día siguiente luciendo el vestido más barato del
mercadillo.
Reconocida por sus alumnos, admirada y envidiada por los profesores, solicitada por sus amigos, querida por todos. Cuando empieza con “te cuento” hay que echarse a temblar. Narradora incansable, en sus relatos enseguida aparece un océano de hermanos, primos, tíos, cuñados, hijos, tías y titas, parientes más o menos próximos, amigos, parientes de amigos y amigos de parientes que en su relato aparecen como personajes próximos con nombre, apellidos y apodos de los que hace uso con soltura como si los conocieras de toda la vida, que cuenta sus historias una y otra vez y siempre con el mismo entusiasmo de la primera y que siempre tiene un nuevo personaje del que nunca habías oído hablar que surge de su prodigiosa memoria y al que ilustra con gran profusión de fechas y citas textuales y llena con una infinidad de detalles y anécdotas
Verla es un espectáculo. Con esos ojos claros, abiertos de par en par, que parece que oyen y que absorben lo que dices antes de que salga de tu boca. Con ese pelo rebelde, castigado sin tregua por aguas saladas y dulces y que apunta a todos los rumbos de la rosa de los vientos. Con ese paso rápido que la lleva de un lado a otro para apurar el tiempo, para no dejar de vivir ni un instante. Disfrutadora, avara del tiempo, pero generosa con él cuando se trata de sus amigos
En plena actividad vital: deportista, amante, infatigable viajera, cantante, bailarina, nadadora en aguas frías, excursionista, administradora de fincas, gestora de cientos de amigos, organizadora de fiestas, cocinera exprés, anfitriona ejemplar, madre de dos chicas maravillosas. Alma del proyecto de Escuela Sansana, al que se ha entregado con todas sus fuerzas, enredando en él a su legión de amigos de los que, me temo, formáis todos parte y en el que confío que sigáis colaborando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario