POESÍAS
DE SARA CUESTA
Los habría escrito hoy también, como ella misma deseaba ¡que sus palabras te hagan reflexionar!
SANTANDER, octubre 71
Esta tierra tiene vida
encerrada
en las montañas;
la
hierba reluce verde,
humedad,
sabor a nada.
Entre
las nubes aparece
una
luna embrujada,
el
corazón se te hincha,
el
pulso se te para;
el
amor no es necesario
aquí
no te hace falta.
ELECTRICIDAD
Fue un calambre intenso y profundo
pero
no fundió los plomos
de
mi electricidad.
Diría
mejor,
que
aumentó el voltaje
en
gran cantidad.
Necesitaba
el chispazo
para
espabilar.
Aunque,
no
esperaba
que
te atrevieras conmigo
y
mucho menos,
que
pudieras,
sin
necesidad de pilas,
electrocutar.
ES
PREFERIBLE
Es preferible perder luchando
a
ganar sin ningún esfuerzo.
Con
la lucha creces viviendo,
con
la apatía disminuyes muriendo.
POCA
SANGRE
la
doy a todos sin trabas
porque
nací de esta manera
no
es porque quiera yo darla.
Puede
que a alguno le sirva
y
sepa aprovecharla;
mas
creo que la mayoría
muere
un poco al aceptarla.
Nada
me sobra,
todo
me falta,
estoy
conmigo y no me basta.
No
sé escuchar,
porque
no sé decir, ni expresar,
pero
sé muy bien lo que me pasa.
¡GRITA
MÁS!
Tal
vez te oigan.
No
silencies lo que tanto te pesa.
¿De
qué sirve el dominio
si
luego, al mirar, mueves tu propia vista y la de los demás?
Un
gesto desagradable
solo
consigue el desprecio;
en
cambio, una voz firme y sincera,
posiblemente
deja
algo que pensar.
Recibían ironías tus palabras
si
hacen reflexionar.
Sigue
gritando más,
mucho
más.
TU
GRANITO DE ARENA
Yo no deseo
formar
parte de tu vida.
Yo
no podría
robarte
la libertad.
Solo
mi mano
se
tiende hacia el infinito
porque
alguno
la
puede necesitar.
Pero
no intentes
atarme
con esas cuerdas
porque
termino
por
escapar.
Uno
es así
y
otro es de otra manera;
unos
sonríen,
y
otros llorando están,
porque
la vida
en
cada uno es distinta
mas
casi todos
viven
sin más.
Pon
en el mundo
tu
granito de arena
y
deja libres a los demás.
Sigue
adelante
con
valentía
no
te detengas jamás.
TE
MARCHASTE
Te marchaste con las olas
sin
yo poderte parar,
y
sentada en una roca
te
esperaba regresar.
Mientras,
pregunté
despacio,
queriendo
oír contestar
a
la noche o a la espuma,
al
viento o a la inmensidad,
dónde
llevaste tu risa,
dónde
te fuiste a cantar.
¡Qué
vano resultó mi sueño!
¡Qué
triste mi dormitar!
Pues,
en contra de mí misma
no
entendí el hablar del mar
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